Antes de empezar una cirugía, el equipo de anestesia generalmente llega a preparar los materiales, monitores y drogas que van a utilizar durante el procedimiento. Entre las actividades que se llevan a cabo por el auxiliar de anestesia, está la preparación de una bandeja con las drogas anestésicas que se van a utilizar.
Existen dos drogas que están dentro del arsenal anestesiológico que no son drogas anestésicas, pero se preparan siempre. Son las llamadas «drogas de emergencia», que cuando se usan, debe hacerse rápidamente sin pérdida de tiempo en la preparación.
La primera de ellas es la Atropina. Una de las complicaciones o efectos indeseados de la anestesia es la bradicardia, o disminución de la frecuencia cardiaca o pulso a menos de 60 latidos por minuto. Esto puede ser leve, hasta 40 latidos por minuto o severo cuando es menos que eso, pudiendo llegarse a la asistolía, que es la ausencia de latidos. En la práctica, el corazón se ha detenido y no tiene actividad eléctrica que lo haga contraerse. Así, podemos entender que una droga que contrarreste la caída de la frecuencia cardiaca puede ser salvadora si es utilizada rápidamente. La atropina cumple esa función, al ser una droga anticolinérgica. La respuesta a los pocos minutos de una dosis de atropina es aumento de la frecuencia cardíaca.
Otro efecto indeseado de la anestesia es la hipotensión (presión arterial baja). Para ello, se tiene cargada una jeringa de Efedrina, una droga alfamimética (que actúa reproduciendo indirectamente efectos alfa adrenérgicos) que aumenta la presión arterial y taquicardia.
Aparte de las drogas mencionadas, en cada cirugía se preparan las drogas necesarias para cada una de ellas, nunca otras. Esto según indicación del anestesiólogo. Cada droga preparada debe ir rotulada con su nombre y dilución, para evitar errores.
De manera general, podemos enumerar los siguientes grupos de drogas anestésicas:
- Inductores y otros hipnóticos: las drogas antiguas permitían dormir al paciente (Pentobarbital por ejemplo), pero las más nuevas, cuando se utilizan en dosis bajas, permiten sedarlo sin llegar a la anestesia general. Es el caso del propofol, famoso por el caso de Michael Jackson. Otro grupo de drogas «anestésicas generales» son los gases halogenados, los cuales se administran por vía respiratoria. Permiten inducir la anestesia y mantenerla durante el intraoperatorio. Existe otra familia que podemos incluir en este grupo, aunque no son anestésicos generales o inductores, pero permiten sedar al paciente por sí solas, o colaborar con un anestésico general para potenciar sus efectos. Me refiero a las benzodiacepinas, las que son más conocidas por su uso en estados de ansiedad, depresión y otras patologías siquiátricas.
- Anestésicos Locales: son las drogas que producen anestesia local al ser infiltradas en la piel, y si son utilizadas en la columna, permiten realizan anestesia espinal (intratecal) o peridural. Las más comunes son la Lidocaína y la Bupivacaína.
- Relajantes Musculares: son drogas que, tal como su nombre lo dice, producen relajación muscular e inmovilidad. Facilitan la intubación endotraqueal y mejoran las condiciones para la cirugía. No producen amnesia, y si no se acompañan de drogas que mantienen al paciente dormido, pueden originar un cuadro de recuerdo o consciencia intraoperatoria.
- Opiáceos: familia de drogas que producen intensa analgesia, que permiten atenuar las respuestas hemodinámicas intraoperatorias y disminuir la necesidad de mayores dosis de hipnóticos.
Aparte de estas drogas propiamente «anestésicas» (o que maneja el anestesiólogo), manejamos un sinfín de otras drogas, como analgésicos, drogas vasoactivas y vasodilatadoras, antieméticos (para evitar vómitos) y prokinéticos, antibióticos, etc. Tal cantidad de drogas en un corto tiempo hace del período perianestésico el momento más susceptible de sufrir interacciones y reacciones adversas a drogas, razón por la cual el anestesiólogo debe estar atento y conocer su manejo.
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