Leo asombrado un trabajo que ha recibido bastante atención en varios blogs para mamás, y que habla sobre la posibilidad que las mujeres en trabajo de parto puedan alimentarse.
La costumbre actual es que una paciente en trabajo de parto se la deja automáticamente en régimen cero, sin comida ni agua, excepto los sueros que se administran vía endovenosa, algo que reconozco puede ser muy molesto, más si el trabajo de parto se prolonga por varias horas. La razón para esto es que si por alguna razón se debe proceder con una cesárea de urgencia, hay un mayor riesgo de aspiración de contenido gástrico si se debe realizar una anestesia general.
El trabajo que tanta alegría generó demostraría que no hay evidencia de este mayor riesgo, y por lo tanto sería seguro comer durante el trabajo de parto. Pero…esto no es tan así.
Primero, el trabajo demuestra que no hay evidencia del riesgo, precisamente porque se evita. Pongamos el siguiente ejemplo: les aseguro que no hay evidencia científica que saltar desde un avión a 10mil metros sin paracaídas puede ocasionar la muerte. Es obvio, porque nadie lo ha intentado demostrar. Nadie va a decir «démosle comida a las pacientes en trabajo de parto para ver si se mueren más con o sin comida».
Segundo, la anestesia general en cesárea ya conlleva un mayor riesgo. Es en ese grupo de pacientes donde hay mayor mortalidad, por la dificultad del manejo de la vía aérea. Si por cualquier motivo (emergencia, falla de la anestesia espinal, rechazo de la paciente) hay que dar anestesia general, agregarle un estómago lleno de comida es aún más complicado y peligroso.
Tercero, el estómago lleno no sólo complica la anestesia general. Un efecto colateral de la anestesia espinal normalmente utilizada en la cesárea es la hipotensión. Además, se utilizan opiáceos. La hipotensión y los opiáceos (juntos o por separado) tienen un efecto muy común y frecuente durante la cirugía y después de ella, y que pueden confirmar muchas pacientes operadas de cesárea, que son las náuseas y los vómitos. Estos pueden ser muy importantes, y el estómago vacío facilita el manejo. No es una escena muy agradable. Y no sólo con la anestesia, ya que los vómitos aparecen muchas veces asociados simplemente al dolor del trabajo de parto.
Sin embargo, no todo está perdido. Creo que beber líquidos claros en una cantidad reducida (sorbos pequeños, para mojar los labios) mejora la tolerancia y el confort de la paciente durante el trabajo de parto, sin aumentar excesivamente el riesgo. De todas formas, muchas pacientes no sienten hambre y sólo un poco de sed durante este período. Y como la posibilidad de usar anestesia general es (al menos en mi medio) muy baja, el riesgo es bajo también.
¿Alguna experiencia que compartir?