La ketamina —en forma de infusiones intravenosas, inyecciones o esketamina intranasal (Spravato®)— se ha consolidado como una alternativa para la depresión resistente y otros trastornos graves. Sin embargo, persisten temores sobre adicción, efectos secundarios y daños a largo plazo. A continuación aclaramos, con lenguaje sencillo y basado en evidencia, los mitos más frecuentes.
Mito 1: “La ketamina es altamente adictiva; terminaré dependiendo de ella”.
Realidad: Los estudios clínicos controlados muestran que la gran mayoría de pacientes tratados bajo supervisión médica no desarrolla adicción ni dependencia.
En una revisión sistemática que evaluó a 2.174 personas, solo 4 casos cumplieron criterios de dependencia; el resto no mostró señales de abuso. El riesgo aumenta cuando se usa ketamina sin control médico o en dosis recreativas.
Por eso, los protocolos clínicos incluyen:
- Dosis bajas y calculadas según peso y respuesta.
- Intervalos de administración (semanales o quincenales) y evaluaciones periódicas.
- Monitorización de signos vitales y estado mental.
Mito?2: “Voy a quedar ‘drogado’ o con alucinaciones permanentes”.
Realidad: Durante la infusión es normal sentir disociación (sensación de ligereza, cambios en la percepción del tiempo o imágenes mentales vívidas).
Estas sensaciones empiezan a los 10–15 minutos y desaparecen en 1–2 horas; no persisten a largo plazo. El personal sanitario permanece a tu lado y puede ajustar la dosis o darte medicación de apoyo si surge ansiedad.
Mito 3: “Tiene efectos secundarios graves que duran para siempre”.
Realidad: Los efectos comunes son temporales: aumento pasajero de la presión arterial, mareo, náuseas y somnolencia.
En el mayor seguimiento a largo plazo con esketamina (1.148 pacientes, hasta 4,5 años), la mayoría de eventos fue leve o moderado. No se detectó deterioro cognitivo ni señales nuevas de seguridad.
Mito 4: “Daña la vejiga o los riñones como ocurre con los consumidores recreativos”.
Realidad: La cistitis por ketamina se ha descrito principalmente en uso recreativo crónico y de altas dosis.
En estudios clínicos prolongados con dosis terapéuticas no se han reportado casos de cistitis ulcerativa; se vigilan de forma rutinaria síntomas urinarios. Tu equipo de salud te preguntará por molestias al orinar y, si es necesario, pedirá exámenes de orina.
Mito 5: “No sabemos nada de los efectos a largo plazo”.
Realidad: Hay datos de más de 6?años de uso intermitente de esketamina que confirman perfil de seguridad estable y beneficio mantenido en síntomas depresivos.
La investigación sigue creciendo; las guías actuales recomiendan:
- Revisiones médicas regulares cada pocas semanas al inicio y luego mensuales/trimestrales.
- Integrar psicoterapia y hábitos de vida saludables para potenciar y prolongar la mejoría.
Recomendaciones clave para pacientes
- Elige un centro certificado con profesionales entrenados en terapia con ketamina.
- Sigue el plan de dosis: no añadas tomas por tu cuenta.
- Informa cualquier síntoma nuevo (presión alta, náuseas fuertes, cambios urinarios).
- No conduzcas ni tomes decisiones importantes el día de la infusión.
- Combina la ketamina con apoyo psicológico; es una herramienta, no una cura aislada.
Mensaje final
La ketamina, administrada con supervisión médica, ofrece una oportunidad valiosa para quienes no han mejorado con tratamientos convencionales. Los datos disponibles indican bajo riesgo de adicción y efectos secundarios en su contexto terapéutico. Si tienes dudas, conversa con tu psiquiatra o médico tratante: la información clara y las revisiones periódicas son la mejor garantía de seguridad. No dejes de buscar opciones, sólo porque alguien que no sabe del tema, te diga lo contrario. Si crees que alguien puede ser beneficiado por esta terapia, comparte el link.
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