Hoy hablaremos de un tema peliagudo que siempre aparece en las noticias, a veces directamente y a veces tangencialmente. Me refiero a la muerte intraoperatoria, generalmente también mencionada como muerte por la anestesia, o como antes decían: «no aguantó la anestesia».
Antes de empezar, debemos aclarar que no todas las muertes intraoperatorias son debidas a la anestesia. Estas se dividen en causadas por la cirugía, por la anestesia, por ambas o de causas no determinables. Para analizar en detalle cada caso y riesgo de muerte, debemos diferenciar el escenario en el cual nos encontramos, ya sea paciente de urgencia, generalmente grave, o paciente electivo, generalmente más sano y/o compensando de sus enfermedades. Una cirugía de urgencia lleva mayor riesgo de morir que una electiva por la menor preparación del paciente, por llevarse a cabo en horario menos adecuados, donde hay poca ayuda en caso necesario, más sueño, etc. Se ha demostrado que alguien posturno anda con los reflejos y el pensamiento como alguien con bastantes copas de alcohol en el cuerpo: lento, con alteraciones de criterio, mal pulso, etc. En cambio, en las cirugías electivas, teóricamente, todo está en las mejores condiciones para la cirugía: personal descansado y atento, equipo e instrumental completo y disponible, paciente compensado, etc.
¿Qué produce un mal resultado? Podríamos decir que todo o cualquier cosa puede fallar. Haciendo un listado sin orden de importancia o frecuencia tenemos:
– falla en la ventilación o intubación: por algún motivo, ya sea alteraciones en la vía aérea del paciente, falta de equipo adecuado, etc., el anestesiólogo no es capaz de intubar al paciente y/o mantener la ventilación. Eso produce hipoxia (poco oxígeno en la sangre) rápidamente, que lleva a daño cerebral y finalmente asistolía (paro cardíaco). Mujeres embarazadas, obesos y niños, por distintas razones, tienen menor tolerancia a la apnea (período sin respiración) y sufren daño con más rapidez. Un anestesiólogo capacitado sabe esto y debe prevenirlo, especialmente en estos pacientes más «sensibles».
– extubación accidental no advertida/desconección circuito ventilatorio: igual que el problema anterior, esto lleva a no ventilar al paciente, hipoxia y muerte. Otra posibilidad es, si la mantención de la anestesia se está realizando con halogenados (inhalatorios), es que el paciente se despierte durante la cirugía, lo que puede llevar a que se mueva o, si esta relajado, a un episodio de conciencia intraoperatoria (awareness)
– sobredosis de drogas: una sobredosis real o relativa de alguna droga puede generar una cadena de eventos que lleve a un resultado desafortunado. Por ejemplo, hipotensión secundaria una sobredosis de drogas hipnóticas que resulte en un infarto miocárdico y arritmias fatales.
– administración errónea de drogas: así como existe el riesgo de administrar dosis excesivas de drogas, también está el riesgo de administrar drogas equivocadas. El efecto puede no ser notorio, pero pueden interferir con la anestesia, generar reacciones anafilácticas (por ejemplo, se le administra penicilina a un paciente conocidamente alérgico a la penicilina) u otros daños (por ejemplo, dosis masiva de heparina que lleva a sangrado incoagulable)
– sangrado intraoperatorio: es un riesgo de toda cirugía pasar a llevar un vaso sanguíneo importante, o peor aún, sangrado en napa el cual es difícil de coagular.
– shock séptico grave que no responde a manejo: generalmente esto aparece en un paciente con una infección de algún tipo, pero normalmente se manifiesta horas después, rara vez en pabellón. Es una patología de alta mortalidad que requiere manejo en UCI.
– infarto miocárdico: puede llevar a un paciente a una insuficiencia cardiaca, o peor, desencadenar arritmias malignas.
– crisis hipertensivas: el aumento brusco y excesivo de la presión arterial puede dañar el corazón o los vasos sanguíneos del cerebro, produciendo infartos en uno y hemorragias en el otro.
– accidentes cerebrovasculares (hemorragias, tromboembolismos)
– tromboembolismo pulmonar masivo: grave accidente producido por múltiples sustancias (aire, grasa, liq. amniótico) que impiden el intercambio gaseoso y el flujo circulatorio por el pulmón. Lleva a un paro circulatorio de difícil manejo.
– arritmias malignas/asistolía
– crisis de hipertermia maligna: rara complicación producida por algunas drogas anestésicas en pacientes que son suceptibles. El manejo adecuado disminuye la mortalidad de sobre el 80% a cerca de un 5-10%. Aunque es muy raro, debe tenerse siempre en mente y todo anestesiólogo debería manejarla.
– hepatitis e insuficiencia hepática aguda: al igual que la hipertermia maligna, se produce como complicación del uso de drogas anestésicas, que actuan sobre el hígado y en algunos pacientes, lo dañan. Puede ir desde algo desapercibido a una falla fulminante que requiera transplante hepático.
Lo importante a destacar finalmente, es que todas estas complicaciones y riesgos de la anestesia son muy raros, y en manos de un anestesiólogo competente no debería haber grandes problemas, ya que la anestesiología es la especialidad médica más segura actualmente gracias a los avances en monitoreo y manejo de vía aérea.
¿Tienes alguna duda o temor sin aclarar?